domingo, 25 de junio de 2017

Tuve que llorar. Lloré por todas las historias que no serán las mías. Por las veces en las que perdí el camino, como ahora y todo lo que quedó es simplemente vacío. Lloré porque intentar ser fuerte todo el tiempo duele, y a veces te derrumba. Lloré porque no siempre todos los sueños se cumplen, por más fuerte que se desee. Porque a veces la única forma de lograr llorar es con historias ajenas. Lloré porque perdí un poco la fe en la humanidad, porque me siento en el lugar equivocado. Por las cosas que no sé manejar y por los pequeños fracasos. Por no tener ganas o energía y no poder poner la cabeza donde debo ponerla. Lloré porque la música ya no me dice nada, porque nada refleja lo que siento, o si lo hace, pero no quiero sentirme tan vacía. Lloré porque esto no se lo contaré a nadie, una vez más. Porque las penas se pelean sola, porque nadie puede ayudarme. O sí, pero decido no pedir ayuda. Y algún día dejaré de llorar, porque todo mejorará, o no, pero dejaré de llorar.

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