martes, 30 de septiembre de 2014

Fue un momento. Un instante que colgó con total fragilidad del espacio-tiempo, amenazando con desaparecer antes de ser percibido. Pero no, yo lo noté, o eso creo, y vos también. No sé si fue razonamiento o sentimiento, mezcla de certeza e incredulidad: certeza de pensar que quizás presenciaste una conexión profunda, incredulidad de pensar que tal vez te estás engañando, convenciéndote de algo inexistente, sosteniendo una farsa. Y entonces todo se enreda, se anida y cuesta sacar algo en claro. ¿Será acaso que no queremos reconocerlo?¿Será que sentimos que no debemos? Y todo queda en la nada, o no. Porque existe la sensación de que esta vez el juego está abierto, que tenemos control absoluto, que podríamos terminarlo acá o seguirlo, que no depende de nadie, sólo de nosotros. Pero hay cosas que arreglar, que acomodar primero y se plantea la cuestión del tiempo, de cuándo, de cómo dar otro paso. Y vuelve a saltar la posibilidad de una farsa, el miedo inherente a la posibilidad de estar rozando la mentira y peor aún, a estar intentando construir algo en base a ella. Curiosa, así me siento, curiosa de saber qué fue o qué es todo esto, de saber hasta donde va a llegar. Es ese pequeño anhelo de que no termine, aunque con los precedentes sabés que es lo más probable. Haber vislumbrado ese fragmento de historia, o haberlo creído vislumbrar... Ay! Ojalá tuviera al menos la certeza de su veracidad, pero no, no sabrás o sí quién sabe de qué forma extraña. Embrollo, enredo, así todo y más.

No hay comentarios: