jueves, 14 de febrero de 2013

A veces pienso que te observé demasiado... estoy segura que te comés las uñas (bah, al menos una). Sé que no siempre podés sostenerme la mirada y que pensás que soy dramática. También que si te dejás crecer un poquito el pelo tenés tendencia a los rulos y que tus dientes son perfectos (no quiero que pienses acaso que noté esto alguna de las veces que me quedé colgada mirando tu sonrisa...). Sé que sos la única persona con la que puedo tener ciertas conversaciones, que luego de releerlas me explican el porque te quiero tanto. Es chistoso como hubo historia antes de la historia... tal vez, si me hubiera dado cuenta antes... quien sabe... tal vez... pero yo siempre llegando tarde, negando lo evidente, tratando de no ver todo lo que veo de vos ahora y que no quería asumir que veía en su momento. El tarde me salió caro, me costó a vos, a tus charlas, a tus ojos, a tu sonrisa... Sé que no soy ni un poquito de lo que estás buscando, pero créeme, me encantaría serlo. También que hoy no estarás conmigo, que ni siquiera estaré vagamente en tus pensamientos (a veces me pregunto en quién estarás vos pensando ahora...). Sé que me gustaría haberte podido regalar este texto, pero también sé que no se puede. Me conformo entonces con escribirlo y dejarlo ir (si lo dejo dentro puede ser peor), quizás, quién sabe, a alguien le cambia el día.

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