jueves, 20 de noviembre de 2008

Creo que por fin logré hacer las pases conmigo misma, creo que logré centrar las cosas importantes y dejar de sufrir por las que ya no van a cambiar. Creo que ya reconocí que te perdí a vos y a ella también. A ella, la amiga que cambió, la amiga que perdí, le escribí una carta, que guardo y que tal vez no le entregue jamás, pero ¿qué importa? Tal vez la única función era lograr mi catarsis, hacer el duelo por esa amistad. Y a vos, al que me duele ver a los ojos, y ver todo el dolor que aún guarda adentro y que quiere disimular yéndose de fiesta, al que no puede mentirme, estoy acá para ser tu sostén, pero creo que las cosas con ella ya no se arreglarán, aunque fuera lo que yo más deseara después de verte como te vi, y tampoco creo que puedas seguir gustándome, ya fue, sos una cosa del pasado, aunque debo reconocer que casi cumplís con todas las normas del chico perfecto, pero ya está, no puedo pensar en tenerte, porque nunca va a pasar, me doy cuenta cuando te miro. Hace rato que estaba mareada, que ya no sabía con certeza si te quería o solo pretendía que me miraras, y no quiero ser histérica ni nada de eso, por lo tanto, prefiero dejar de mirarte.
Llego el momento de aventurarme a lo nuevo, a los caminos que abre la vida, y para eso tengo que dejar de pensar en lo que me hace mal, porque si me quedo pensando en lo que fue o podría ser si las cosas se hubieran dado distintas voy a estar anclada, y yo quiero nadar...

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